Alfredo M. Garza
Los últimas veinte años del Siglo XIX dieron a México muy famosos compositores: En Oaxaca Macedonio Alcalá y José Avilés; en el Estado de México Felipe Villanueva, en Hidalgo Abundio Martínez, en Guanajuato a Juventino Rosas, en Michoacán a Don Lauro Uranga; en Coahuila a Ignacio Rodríguez Zamora y Píoquinto González y en Nuevo León, José Mauro Garza, Alfredo M. Garza y otros de menor popularidad, de quienes hablaremos alguna vez ampliamente.
Fue la época de oro de la música popular mexicana.
Toca ahora presentar al más fecundo de los compositores nuevoleoneses; Alfredo M. Garza.
Alfredo M. Garza fue un compositor de honda inspiración, sensibilidad delicada que vibraba electrizante en un mínimo detalle donde existiera belleza y ahí desplegaba su vena artística creando melodías que lo hicieron inmortal, como sus dos valses: Cuánto te quiero y Quiero verte.
Nació Alfredo M. Garza en Sabinas Hidalgo, Nuevo León, el 11 de noviembre de 1877; cursó su instrucción primaria en su propia tierra. Fueron sus padres Don Espiridión Garza y Doña Salomé González.
Muy pequeño hubo de lamentar la pérdida de sus padres y se crió al cuidado de sus abuelos Don Jesús González Martínez y Doña Beatriz González de González. Desde sus primeros años se despertó su alma en los senderos del arte musical.
Siendo un niño se presentó en un final de cursos escolares en la plaza de Sabinas ejecutando unas piecesitas en una flauta de carrizo que el mismo hacía.
Un buen familiar suyo le enseñó solfeo y flauta en cuyo instrumento pronto hizo verdaderos prodigios.
A los doce años ya formaba parte de las charangas y orquestas en Sabinas, en las que era admirado por su precocidad.
Doce años tenía cuando creó sus primeras piezas una mazurka y un vals.
Así se inició en la composición obteniendo éxitos en aquel ambiente provinciano donde era muy querido y admirado.
Cuando tuvo 18 años se prendó de una hermosa dama que se llamó Carlota Chapa a quien dedicó un precioso vals que llevó su nombre y tiempo después contrajo matrimonio con la amada de su corazón, efectuándose el matrimonio el 30 de enero de 1896 del cual nacieron cinco vástagos: Roberto, Alfredo, Gustavo, Élida y Heriberto.
Su inspiración era fecunda y saludó a 1900 con sus valses “Siglo Viejo” y “Siglo Nuevo” que gustaron mucho.
Hace una gira por los Estados Unidos allá por 1904 y compone su two step “Rasgos de buen humos”, cuya melodía solemos escuchar por allí en alguna charanguita callejera, y el vals “No me olvides” que editaron Thos Cognan and Co. de San Antonio, Texas y Wagner y Levien, de Monterrey.
En 1905 dedica a la señorita Conchita de los Santos, de Sabinas Hidalgo, el romántico vals “Quiero verte”.
En 1906 se traslada a la región minera en Las Esperanzas, Coahuila, conoce a Ignacio Rodríguez Zamora con quien forma una orquesta que dirigían alternativamente.
En 1908 cambia su residencia a Sabinas, Coah. y allí da vuelo a su inspiración y nacen: “Cuánto te quiero”, su two step “Muchachas modernas”, “La fronteriza”, “Paso doble”; y otras más como “Montañas del Anáhuac”, con letra de Amado Nervo, “La Central”, el flamenco “Amor de torero”; su paso doble “Más vino” y una serie interminable de ritmos bailables de aquellos felices años.
Tiempo después se radica en Múzquiz, donde dirige la banda municipal y da clases del solfeo, contrapunto y fuga a nuestro Armando Villarreal, que todavía era un niño.
Más tarde, en 1910, lo encontramos en Cuatrociénegas dirigiendo la banda y allí compone entre otras melodías una hermosa danza: “Ven”, con letra de la Srita. Otila Uribe.
Y sigue su éxodo. En 1913 nos lo encontramos en Piedras Negras huyendo de las tropas huertistas que comandaba Joaquín Mass. Allí forma una orquesta en la que figurábamos entre otros, Alfredito su hijo, ejecutante de trompeta; Armando Villarreal, Fernando Lozano y su señor padre Don Guadalupe; oriundos de Sabinas Hidalgo, y el que esto escribe.
Allí le inspira la causa revolucionaria y compone las marchas “Viva Carranza”, “Ejército Constitucionalista” y “Jesús Carranza”, amén de otras melodías que dedica a guapas muchachas petronegrenses.
A fines del 13 se radica en San Antonio, Texas, donde tiene que componer diariamente una melodía para dedicarla y obtener el pan cotidiano para él y los suyos. También allá formó su orquesta para auxiliarse económicamente.
Hace una gira por las ciudades de Texas y Nuevo México y en 1914 regresa a México donde es nombrado Inspector de Bandas Militares en la República, puesto que renuncia a la muerte del señor Carranza (Don Jesús), y regresa a Allende, Coahuila, donde lo saludé por última vez. Aquí también compone bellas piezas como “Allendeana”.
De nuevo, en 1920 regresa a los Estados Unidos, realiza una gira y lo sorprende la muerte en la ciudad de Amarillo, Texas, el 11 de abril de 1928.
Alfredo era un hombre de mediana estatura, pelo castaño rubio, usaba gran melena y bigote de largas guías.
Como buen bohemio era muy desaliñado en el vestir, muy aficionado a la uva y sus derivados –como dice Buentello Chapa-. Siempre hablaba con suavidad a sus integrantes de la orquesta y éstos lo querían como a un hermano mayor y lo respetaban.
Muchos de estos datos los adquirí de su hijo Alfredo que falleció en Villa Acuña en 1965 y de su prima María Cantú de Sánchez, quien radica en Monterrey.
Entre sus composiciones que recordamos podemos citar las siguientes: (valses) “No me olvides”, “Manuel y Marina”, “María”, “Bello Ideal”, “Cuánto te quiero”, “Quiero verte”, “Montañas de Anáhuac”, “Primavera de amor”, “Llanto de una virgen”, “Tu vienes con la aurora”, “Carmen”; (mazurkas) “Feliz”, “Argentina”; (two steps y marchas) “Rasgos de buen humor”, “Carta blanca”, “La fronteriza”, “Voluntarios mexicanos”, “Viva Carranza”, “Gral. Jesús Carranza”.
Otras más: “Amor de torero”, “Más vino”, “Hasta México”, “El cantar de los cantares”.
Otras mazurkas: “Allendeana”, “Josefina”, “Diamantina”; la marcha: “La central”, y cientos de melodías más que aun en estos tiempos en que las canciones y melodías populares han tomado un sesgo que no queremos.
Fuente: Archivo Histórico Municipal de Sabinas Hidalgo, Nuevo León.