Ernesto Luther Chapa Ruiz

El piojo aventurero

El Piojo Aventurero

 

Ernesto Luther Chapa RuizEs de tarde, y en la poblada cabellera de Ausencio los piojos estánde fiesta, y no es para menos pues celebran la llegada del Piojo Aventurero, un intrépido parásito que soportó por más de una semana viviendo en la rubia y fina cabellera de un niño perteneciente a una de las familias más ricas de la ciudad, sobreviviendo al par de baños diarios con abundante agua tibia, limpiadores de importación y los más sofisticados químicos existentes.

La comunidad de ricos y robustos piojos celebraba con gusto la llegada de su héroe, y el Piojo Aventurero, orgulloso de su proeza, saludaba y contestaba las preguntas de la concurrencia que se acercaba a él para felicitarlo y saber más sobre su aventura.

Posterior a recibir el reconocimiento al valor por los más altos líderes de la comunidad de piojos de la cabeza de Ausencio, el Piojo Aventurero se dispuso a decir su discurso de agradecimiento, mientras los piojos escuchaban con atención. –“Los días en la cabeza de aquel niño rico fueron uno de los momentos más difíciles de mi existencia, las pésimas condiciones de vida, aunado a la soledad de ese espacio estéril y desértico casi provocaron mi muerte. En las últimas horas la niñera se dio cuenta de mi presencia, debido sobre todo a la comezón que le provocaba al niño cuando trataba de beber un poco de su sangre. De inmediato hicieron cita con el médico especialista para lograr mi exterminio, y fue entonces que camino al doctor pude salir justo antes de entrar a la clínica. Fueron tiempos difíciles, pero la esperanza de encontrar y estar en una comunidad tan rica y próspera como ésta, me ayudó a sobrevivir” —expresó el piojo con gran emoción. Entonces se escuchó un estruendo de aplausos y gritos de la gran comunidad de piojos reunida en aquella cabeza. Interrumpiendo los aplausos, el Piojo Aventurero continuó con su discurso, y fue entonces que dio la gran noticia: –“Ahora, compañeros, mi próxima aventura será la de conocer y explorar el bigote de Ausencio”. Los piojos, realmente impresionados, comenzaron a murmurar: –“Está loco, nadie ha podido ni siquiera llegar a las cejas, seguramente lo matarán al sentir sus patas sobre la frente”. El Piojo Aventurero calló por un momento escuchando los murmullos de la concurrencia y continuó diciendo: –“Partiré a las diez de la noche, aprovechando el tiempo en que Ausencio duerme. Haré una escala en la ceja izquierda, donde tomaré un poco de sangre para continuar después mi camino hasta la zona del bigote, en donde permaneceré por unas horas explorando aquella misteriosa área y después regresaré para contarles mis experiencias”. Los aplausos de los piojos no se dejaron esperar y el Piojo Aventurero agradeció las muestras de admiración que la comunidad le expresó.

Esa noche, a la hora programada y como estaba previsto, el Piojo Aventurero inició su partida rumbo al bigote de Ausencio, pero contrario a lo que se esperaba Ausencio no estaba dormido, sino sentado en la humilde cocina de su casa, pensando y con la vista en el infinito. Aun así, el Piojo Aventurero continuó su ruta aprovechando para saltar entre algunas costras de suciedad que hacían poco sensible la piel de la cara de aquel hombre, que desde hacía varios días no se tomaba un buen baño por falta de agua en el lugar donde vivía.

El Piojo Aventurero pronto llegó hasta la ceja izquierda, en donde tomó un poco de sangre y después continuó su expedición rumbo al destino final: el bigote.

Sin mucha dificultad en su camino, el Piojo Aventurero pronto logró llegar hasta su meta. A su arribo, se sujetó de uno de los pelos del bigote poco poblado de Ausencio, después de tomar un pequeño descanso y sentir la suave y tibia brisa húmeda que salía de la nariz; el piojo pudo ver y conocer la vida que habita la rica comunidad de piojos, el universo de Ausencio, un hombre que forma parte de los millones de humanos que viven en la extrema pobreza.

Paradójicamente, los piojos más ricos viven en las cabezas de los humanos más pobres.

En la soledad de su angustia, Ausencio reflexiona y piensa sobre la manera de dar a su familia una mejor vida que les permita liberarse de la pobreza extrema en la que actualmente viven, porque sin estudios el trabajo es difícil y el dinero muy escaso; la discriminación que recibe por su situación económica y cultural, aunado a su escasa alimentación, lo hunde cada vez más en una depresión que parece no tener fin. En eso, una de sus hijitas, de 5 años, se acerca a él para pedirle algo de comer, pues por el hambre no podía dormir. La cocina estaba vacía y apenas había agua para beber y un poco de pan viejo. Ausencio, enojado y desesperado, se levantó de la silla y con voz fuerte le pidió a la niña que se regresara a su cama y que cerrara fuerte sus ojos para que así pudiera dormir, y más tarde, tal vez soñar en que comía todo lo que quisiera. La niña regresó llorando a su cama y pronto cerró los ojos inundados de lágrimas.

El Piojo Aventurero quedó impresionado al ver aquella terrible y triste escena que lo dejó inmóvil, pero de pronto comenzó a sentir un extraño temblor en la cara de Ausencio, la piel se calentaba y la brisa de aire húmedo que salía de la nariz soplaba con mayor frecuencia. Sorprendido, el Piojo Aventurero salió un poco del bigote para ver mejor lo que pasaba y observó cómo una gran lágrima salía del ojo izquierdo. El piojo se quedó inmóvil observando la cristalina y tibia avalancha de agua salada que se hacía turbia paso a paso y se acercaba irremediablemente a él; sin intentar siquiera evadir el torrente líquido, el Piojo Aventurero continuó como hipnotizado viendo como, poco a poco, la lágrima se acercaba a él; en ese momento recordó los tiempos difíciles que pasó en la rubia y limpia cabellera de aquel niño rico y la abundancia y felicidad de la comunidad de sus amigos piojos que vivían en esa cabeza. De pronto, la lágrima cubrió por completo el inmóvil cuerpo del piojo arrastrándolo fatalmente hasta el suelo.

Arriba, en la abundante cabellera de Ausencio, la rica comunidad de piojos nunca supo del paradero de su héroe, muchos dicen que murió aplastado entre las uñas de algún humano que finalmente lo sorprendió, pero lo cierto es que el Piojo Aventurero murió de dolor y pena al ver la triste vida de su fuente de vida: Ausencio y su mundo.

Fin

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